El secador de manos de la NBA
Soy consciente de que no soy especialmente alto, pero cuando un día tuve que entrar en los baños de fuera de la estación de trenes de Málaga (centro Vialia), me acomplejé y me sentí mucho más pequeño, diminuto, cuando al secarme las manos me encontré con este secador de manos en el que mis manos tenían que estar casi encima de mi cabeza (o sin el casi, ya no recuerdo) para poder secarlas.
Esto huele a venganza personal del obrero que puso el secador a la empresa que le contrató.