El fin del tiempo mismo

Estos días, son los más atareados, trabajo, estudios, responsabilidades y agobios constantes que tengo en segundo plano pero afloran en compañía de otros agobios. Y un momento en el que te das cuenta de que el 2011 empezó hace dos días y ya es 31 de enero, y encima los objetivos marcados están en una lista de tareas encima de la mesa mirándome con ojos amenazantes, esperándome.

Son momentos en los que te cuestionas si de verdad estás dando prioridad a lo realmente importante o estás dejando escapar alguna buena oportunidad, de esas que se alejan de ti a la velocidad de un coche por la carretera, mientras tú, a pie, te consuelas diciendo que pasó demasiado rápido y te hubiera atropellado en lugar de dejar que te subieras, aunque tal vez si lo hubieras intentado, la oportunidad te habría dejado entrar y marcharte con ella.

Llega un día en la vida de todos nosotros en que vemos pasar todo a una velocidad de escándalo, y tenemos que ser capaces de decidir cuándo es nuestra oportunidad y dejar de ser meros espectadores, tomar parte, coger las riendas de nuestra vida y ser parte del motor que va tan rápido.

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