Un nuevo universo creado de la nada

Un nuevo Universo

Acabo de entrar. Estoy pisando tierra firme. Puedo sentir cómo mi cuerpo es más pesado de lo normal. Donde estoy sólo observo rocas y arena. Es un ambiente muy árido. Doy unos pasos y puedo sentir el viento golpeando mi cara y cómo se extiende un cosquilleo por mi cuello, puede que por las propiedades físicas de este planeta. No observo ningún animal y creo que no hay formas de vida, al menos macroscópica, en este entorno. El cielo es azul, está claro y despejado, muy parecido a la Tierra, no logro observar ninguna nube ni cuerpo celeste. Por lo que creo que esperaré a la noche a ver si descubro algo más.

Me agacho para coger una de las rocas que encuentro a mi paso. Es una roca muy pulida, aunque tiene una textura que me recuerda a un gráfico fractal. Al observarla un poco de cerca, tengo la sensación de que algo se mueve dentro de ese gráfico, pero parece ser un efecto óptico que debo estudiar más detenidamente. De repente, un reflejo me obliga a apartar la mano rápidamente y arrojar la roca al sentir una fuerte descarga eléctrica en los dedos. El cielo cambia ligeramente de color un instante, adquiere un tono ligeramente morado por un momento. Y no sé si puede deberse a un efecto de este planeta, la electricidad de mi cuerpo o un fallo del sistema. Mi corazón está acelerado ahora mismo, así que por un momento cierro los ojos y respiro profundamente. Huele a café recién hecho y esa sensación hace que vuelva automáticamente a la realidad.

Acerco mis manos a la nuca y tiro de las palancas de mi casco de simulaciones. Estas palancas hacen que la interfaz háptica se separe de mi cara más fácilmente. Son unas superficies que se adaptan a la forma de mi cara y se pegan a ella para proporcionarme las sensaciones generadas en la realidad virtual. Una vez separado de mi cara puedo levantar el casco. Siempre es desagradable adaptarse de nuevo a la luz del mundo real una vez abres los ojos de nuevo. Es como si llevaras varios días a oscuras y salieras a la calle en pleno día. Parece que me duelen los ojos, así que con los ojos cerrados me quito guantes y el traje de simulación. Es un modelo experimental, y algo incómodo de poner y quitar. Es completamente negro, aunque si lo miras detenidamente tiene algún reflejo verde y azul debido a la microcircuitería impresa en su superficie y tiene tacto como de plástico, es flexible y tengo que intentar que no se dé la vuelta para no dañarlo. Salgo de la cabina de simulación. La cabina tiene forma oblonga, con los bordes redondeados, mide unos dos metros de alto y termina en una cúpula. Está hecha de un plástico muy ligero, y barato, muy fácil de conseguir y de trabajar con una impresora 3D. Al lado de la puerta, que es algo baja hay una pantalla táctil, que ahora mismo está indicando que los datos de la simulación están procesados al 98%. Cojo la tableta que está en mi escritorio, y mientras vuelvo a la cabina ya ha llegado al 100%, la acerco a la pantalla de la cabina y vuelco los datos de la simulación a la tablet. Ahora voy a la cocina a por mi taza de café.

Creo que puedo decir que es la primera simulación exitosa del proyecto GOCU (Generación Optimizada Concurrente de Universos). Aún tengo que estudiar si la descarga eléctrica ha sido un fallo de simulación o una característica intrínseca del universo generado, aunque creo que vamos por buen camino después de pasar un año sin resultados tan claros. Aún queda mucho por estudiar. Desconozco si las leyes físicas tal y como las conocemos están replicadas en ese universo, si el aire será respirable o si olerá bien, ya que el traje de simulación carece de sistemas para replicar el olor, aunque dicha información sí que está presente en la simulación y, con el tiempo, podremos analizarla. No pude ver agua, y la sensación sobre mi piel era de una sequía intensa, aunque puede haber muchos motivos para eso.

Aunque la actividad eléctrica que he experimentado… podría ser un fallo del traje o de la simulación, o tal vez el traje ha replicado perfectamente las condiciones de este planeta, debo verificar que todo funciona bien y aplicar un sistema de protección para futuras visitas al universo. Aún hay que perfeccionar algunas cosas, pero pronto podré conseguir financiación para seguir la investigación.

Me dirijo a un armario de la cocina, abro la puerta y cojo una pequeña caja que hay al fondo. Es azúcar, muy difícil de conseguir hoy en día, aunque muchos la consideren una droga, y es difícil de conseguir, no estoy enganchado, bueno, eso es lo que diría un adicto. Tomo mucha menos que en mi infancia o adolescencia, cuando no era una sustancia tan regulada como ahora, sólo echaré una cucharada en el café. El azúcar me transporta a una época mucho más sencilla que la actual, cuando no había que tomar tantas decisiones y no había un dolor crónico que me haga plantearme cada día si debo dejar este mundo. Mientras tomo mi café visualizo algunos resultados de la simulación en la tableta. Y puedo ver que el traje funciona bien, por lo que el universo generado cuenta con propiedades eléctricas complejas. Además, el tacto de las piedras era muy realista. La textura que apreciaba en ellas me recordaba al conjunto de Mandlebrot, veo que al igual que en nuestro mundo predominan formas geométricas y proporciones matemáticas, en este nuevo universo todo se ha generado de forma parecida, aunque, gracias a la complejidad de la red de ordenadores, todo es mucho más complejo. La composición del aire no parece que sea respirable, predominan el ozono, helio y monóxido de carbono y puede que por ello no haya apreciado ninguna forma de vida. ¡He estado en un planeta no habitable! La gravedad era aproximadamente de 1.37g, por eso me sentía más pesado y me costaba moverme.

Por último, observo algo raro en los resultados, había partículas en el aire que se movían de forma errática, ¿será una forma de vida? Parece que esas partículas, que se mueven de forma individual, se orquestaron perfectamente para hacer que la electricidad corriera por mi cuerpo provocando cambios en el entorno, o aquel cambio repentino que vi en el cielo. Tras ese instante, todo siguió moviéndose como antes, ¿será una propiedad física? ¿o se trata de un ente inteligente?

¡Tengo que volver ahí! Dejo el café a medias y me dirijo a mi ordenador. Me pongo a aplicar un parche al programa de simulación para que diferentes sensaciones eléctricas no se transmitan con toda la fuerza al traje, y por tanto a mí.

Pasadas un par de horas, ya que he tenido que optimizar mucho el código; se trata de una comprobación que hay que realizar varias veces por segundo y debe ser muy rápida para que el tiempo siga al mismo ritmo. Aunque no me gusta, debo asumir que conceptos como el tiempo son fijos cuando convierto los datos de la simulación en la cabina. Una vez terminada la modificación, entro de nuevo en la cabina, me pongo el traje y el casco. La sensación de las láminas hápticas en la cara y de unos transceptores sobre los párpados es desagradable al principio, aunque cuando consigues relajarte, respirar hondo, y entrar en la simulación, se te olvida lo demás.

He vuelto al desierto donde estaba antes, aunque hay algo de niebla. Voy a caminar en línea recta para explorar este territorio, no hay absolutamente nada diferente en todo el camino. Todo está lleno de piedras y arena, pero la sensación de que mis algoritmos han conseguido que se genere un universo tan parecido al nuestro me hace sonreir y disfrutar, ¡y correr! ¡y saltar! Parece que, a pesar de la gravedad más fuerte a lo que estoy acostumbrado, estas propiedades son muy parecidas a la Tierra. Mis saltos no son tal altos, como es normal, y el rozamiento tanto con el aire como con el suelo es similar. Afortunadamente la respiración no entra dentro de la simulación porque ya estaría muerto. De repente salto con todas mis fuerzas y una fuerza tira de mí hacia arriba, siento que puedo volar, no consigo encontrar el suelo con los pies. Siento miedo por un momento, pero pienso que el simulador está enviando unos pulsos a mi cerebro que me hacen tener esta sensación, por lo que no me preocupo. Empiezo a sentir una corriente que me atraviesa el cuerpo, de muy baja intensidad, pero es un cosquilleo constante que me pone algo nervioso. Creo que es la misma sensación de la anterior simulación, parece que algo viene a por mí. El cielo se vuelve negro y me encuentro en oscuridad total. Siento que caigo al suelo y la descarga eléctrica cesa, así que camino con cuidado intentando palpar por delante de mí, aunque solo hay aire. Intento agudizar aguzar el oído, se escucha una fuerte ventisca contra mí, también escucho mis pasos entre las piedras. Llega un momento que el aire es más fuerte que yo y no puedo continuar, me detengo e intento respirar. Es curioso que, aunque mi respiración no es problema, me cuesta respirar al sentir en mi piel la ventisca, junto con la resistencia del aire, pero es sólo cuestión de saber que es una simulación, intentar separar los estímulos en mi mente y decidir lo que quiero hacer.

Respiro un segundo, y a medida que me voy relajando, el cielo empieza a recuperar su color, poco a poco. Tenía la esperanza de que el escenario hubiese cambiado un poco, pero no es así. Doy una vuelta completa para observar este mundo tan monótono y a la vez tan apasionante, cuando termino de dar la vuelta, sigo caminando. En un momento, siento un picor en los brazos, me detengo, y miro mis brazos desnudos, y observo pequeños puntos negros, como lunares, en sitios donde no tengo lunares. Acerco la cara para verlos más de cerca, y observo cómo algunos se van moviendo lentamente, y de repente entran dentro de mi piel. Sacudo mis brazos y no veo que los puntos desaparezcan, los froto con las manos, y empiezo a sentir el picor también en las manos. La sensación va subiendo hacia los hombros y la cara, momento en el que decido detener la simulación.

¡Me pica todo! Voy a quitarme el traje y darme una ducha. En la ducha tengo la sensación de que esos puntos siguen sobre mis brazos, no me quito la imagen de la cabeza, y tengo la sensación de no distinguir la realidad de una simulación. Es un mundo apasionante al que no quiero volver. No quiero, pero sé que volveré porque quiero saber cómo funciona, necesito investigarlo y descubrir cómo una máquina ha sido capaz de construir de la nada este mundo.
Han pasado dos horas y aún no he obtenido los datos de esta simulación para su análisis. Es normal que tarde, he estado casi una hora más dentro de la cabina y he experimentado muchas sensaciones diferentes. El café se me ha quedado helado, y creo que voy a tirarlo por el fregadero.

¿Hay vida inteligente en mi simulación? De repente los sistemas empiezan a funcionar muy lentamente, parece que el nuevo mundo está pidiendo muchos más recursos y más potencia de procesamiento, más de la que le puedo dar. Ha sucedido algo estos últimos minutos que han hecho que el sistema se vuelva loco. Creo que cuando termine la simulación y tenga datos suficientes para saber lo que ha pasado, voy a reiniciar la simulación y cambiar algunos parámetros.

Mi vida es muy aburrida y tengo poco que hacer. Intento desconectar de esto echando un vistazo a las noticias desde mi tablet mientras termina el procesamiento de datos. Veo que mi antigua empresa ha cerrado un par de contratos millonarios, gracias a la tecnología que yo inventé. A mí nunca se me dio bien vender estas cosas, y bajo mi dirección nunca habríamos podido conseguir esos contratos. Por un lado, debería reclamar mi parte de los beneficios, aunque ya es un caso perdido, creo que a ninguna de las personas de aquella oficina les haría gracia mi presencia, ni siquiera a David, historia que ya os contaré.

La recopilación de datos ha terminado, acerco mi tablet para volcar los datos y verlos más cómodamente, dejo la tablet a un lado y me siento delante del ordenador. Para reiniciar el sistema tengo que ejecutar una serie de comandos para desconectar toda la red, y desechar todos los datos que se han ido generando, una vez introducidos, sólo hay que pulsar enter, y en cuestión de 10 segundos la simulación del universo volverá a empezar, pero no puedo pulsar esa tecla. ¿Estaré ante uno de los mayores descubrimientos de la humanidad? ¿Podré ver qué ha pasado para que el sistema esté tan sobrecargado?

¡No puedo hacerlo! Dejo todo escrito en mi ordenador, me levanto rápidamente de la silla y vuelvo a la cabina de simulación, no puedo evitarlo. Entro de nuevo a este mundo. Todo va muy lento, tardo más de un minuto en empezar a ver el cielo, y veo cómo se van dibujando en mi campo de visión las piedras, la arena, el horizonte…, aunque veo que hay cambios, el suelo está mojado, miro a mi alrededor, y puedo ver como poco a poco se forma delante de mí una forma humanoide, lentamente, algo que parece un cuerpo desnudo, muy poligonal se está formando delante de mí. Es un hombre, y tengo curiosidad por ver cómo termina esto. Me quedo mirando fijamente cómo se van suavizando los polígonos que forman dicha imagen, cómo van creciendo algunos músculos y cómo va tomando forma su cara. Soy yo.

¿Continuar leyendo?

Para seguir la historia, mira el siguiente capítulo Cómo su vida se desvaneció en mis manos. Espero que te guste.

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Foto principal: unsplash-logo Douglas Koster

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