Oopart
Han pasado unos meses después de la presentación simultánea del sistema de realidad inmersiva en Bucarest, Madrid y Ginebra. En este tiempo, hemos conseguido que muchos investigadores colaboren y mejoren el proyecto, optimizando las comunicaciones, o mejorando los trajes y las cabinas. Ahora es mucho más accesible y barato que una organización disponga de varias cabinas para adentrar a varias personas a mundos virtuales. Además algunas organizaciones nos han cedido algunos de sus superordenadores, con lo que tenemos mayor capacidad de cómputo para gestionar mundos virtuales.
Este fragmento pertenece a una de esas historias que entran en mi cabeza un momento y necesitan ser plasmadas para salir de ella. Estoy repartiéndola en varios posts de este blog porque me ha salido demasiado larga. Los capítulos no están por orden cronológico. Por ahora puedes leer:
- Un Universo creado de la nada
- Cómo su vida se desvaneció en mis manos
- Un día normal en el 2040
- Miedos irracionales y universos paralelos (primera parte)
- Miedos irracionales y universos paralelos (segunda parte)
- Automóviles eléctricos y un empresario de mal genio
- Imperecedero
- El chip subdérmico
- Bucarest – Ginebra – Madrid – Sevilla
Nada más levantarme de la cama, he recibido un mensaje del sistema de simulación. Se ha encontrado un universo compatible, varios planetas que cumplen las características de habitabilidad y, entre ellos, unos diez planetas que comparten propiedades con la Tierra. Por lo que no debo hacer esperar a mi creación. Tengo muchas ganas de entrar y ver qué hemos encontrado. En este tiempo he entrado algunas veces al simulador para ver los universos que se iban generando. He visto mundos nacer, he visto formas de vida inimaginables, minerales nunca vistos, materia con propiedades nunca vistas en nuestro planeta, pero todas las versiones, al final, terminan destruyéndose, todas las formas de vida perecen y las simulaciones comienzan una y otra vez. No he logrado ver vida inteligente. Durante estos meses he estado ajustando los parámetros para mejorar la búsqueda de universos y tengo el presentimiento de que esta vez sí que he encontrado algo.
Cuando utilizo mi prototipo de traje me siento extraño, me coloco el casco, ajusto los sensores a mi cuerpo y me parece muy rudimentario después de ver los últimos modelos, aunque le tengo algo de cariño a este diseño. Ahora, cuando voy a adentrarme en mi universo, tengo que elegir a qué mundo virtual quiero entrar de los cientos que hay disponibles. Pero para entrar en mi universo, tengo que hacerlo a través de una puerta trasera, junto con una clave biométrica creada a partir de la forma exacta de mi rostro captada por este casco en particular. Personalmente no me gusta que mi experimento esté expuesto, ni delante de todo el mundo, pero ha sido la única forma de conseguir la potencia de cálculo que necesito para él. Afortunadamente, ya que muchas organizaciones nos han cedido capacidad de cómputo, tengo muchos recursos reservados para una posible subida en el consumo.
Entro a mi universo y veo un bosque, con árboles enormes, y troncos bastante anchos. Basándome en los conocimientos sobre la Tierra, tendrán alrededor de ciento cincuenta años. Miro para arriba pero el brillo de un cuerpo parecido al sol me deslumbra. Puedo apreciar el cielo de color azul y un pequeño picor en la cara. ¡Es un pequeño insecto que se acaba de posar! Me muevo un poco y alza el vuelo. Le sigo con la mirada, observo su aleteo, y la forma tan curiosa que describe su trayectoria. Me acerco a uno de los árboles y deslizo mi mano por el tronco, puedo percibir la textura, incluso la sensación de pequeñas astillas clavándose en mi mano, por suerte, no son reales. Me dan ganas de respirar hondo, como si pudiera percibir el olor. En el suelo hay más vegetación y algunas piedras. Es todo irregular, natural, virgen. Caminando un poco me doy cuenta de que mi peso es normal, el movimiento de las hojas y las flores es real. Cojo una piedra, y la lanzo para ver la trayectoria parabólica que describe. Escucho el ruido producido cuando la piedra alcanza el suelo y escucho un ruido proveniente de un matorral, parecido al de un animal. Me acerco intrigado, lentamente, aparto con mucho cuidado la maleza para ver qué había creado ese ruido y veo un extraño animal, parece una ardilla, con un pelaje marrón, pero tiene el hocico estirado y la nariz más parecida a la de un cerdo, la cola también era algo fina. De repente piso una rama que cruje al partirse, el animal gira la cabeza, hacia mí y corre hacia un árbol, sube por su tronco a una velocidad pasmosa y se aleja de mí saltando de árbol en árbol.
Es impresionante que se haya generado este mundo, tan parecido a la Tierra, aunque este animal no me suena de nada, no puedo decir que no exista, o que no haya existido. Es una forma de vida un tanto curiosa, con reacción, con miedo y creo que en este mundo hay muchas más cosas por explorar. Cambio a modo de vista de pájaro y empiezo a alejarme para seleccionar rápidamente otro punto del planeta. A medida que me alejo, a unos cientos de metros sobre la superficie, veo unos árboles moverse vigorosamente. ¿Habrá cierta vida inteligente en este universo? Me dirijo hacia ese punto, y veo un impresionante ser de unos dos metros y medio de alto, y casi diez metros de longitud. Tiene una piel rugosa, parecida a un elefante, de color marrón, con algunas manchas con un tono más anaranjado, y otras más oscuras, casi negras. Sólo mirar su cabeza me abruma, es grandiosa. Sus ojos son casi como mi cabeza, podría poner la palma de mi mano extendida sobre uno de ellos y apenas lograría cubrirlo. En la parte posterior del cráneo tiene una especie de corona, en la que parece que se observan círculos concéntricos dibujados con las tonalidades de su piel. En la parte frontal, sobre los ojos, tiene dos cuernos muy largos y afilados y un tercer cuerno más abajo, a la altura de la nariz. ¡Es un triceratops! El dinosaurio estaba envistiendo una y otra vez un árbol hasta que por fin consiguió tirarlo. Ahora parece calmado, me acerco hacia él y lo toco, lo rodeo con delicadeza para observarlo, para fijarme en los detalles. Me sitúo justo delante de él y le miro a los ojos. Parecemos dos hipnotizados, observándonos mutuamente. Supongo que él estará alerta, aunque sabe que no soy una amenaza, podría tumbarme de un suspiro. Intentamos no hacer ruido, pero un leve movimiento suyo es capaz de perturbar ese silencio. El triceratops flexiona sus piernas y se posa en el suelo, como si fuera una enorme mascota y sigue mirándome, yo me acerco y toco el cuerno de la nariz, él me sigue observando. Su ojo tiene un ligero movimiento mientras me observa, parece que tiene la mirada triste, es inevitable intentar humanizar la expresión de su cara.
Unos metros detrás del triceratops hay un pequeño resplandor, un objeto que refleja la luz del sol. Veo un resplandor intermitente. Me aproximo a ver de qué se trata, aparto mi mano de la cara del dinosaurio y emite un ligero gemido, mientras veo cómo cierra su ojo. Me abro paso entre las plantas para llegar al resplandor. He llegado a una especie de entrada de una cueva y, mirando al suelo, encuentro dos poleas metálicas junto con una cuerda enrollada. Es algo que definitivamente no pertenece a esta época y requiere de inteligencia para poder fabricarse. Es extraño que esto se encuentre aquí. ¿Habrá vida inteligente en este universo? Es imposible que alguien haya podido entrar en esta simulación. ¡No puedo permitir que esto caiga en malas manos!
Como espectador, me dispongo a repasar la simulación desde el principio, los primeros instantes se reproducirán a un velocidad normal, pero poco a poco se aumentará la velocidad hasta que un segundo equivalga a casi 100 millones de años de simulación. Nada más iniciar la reproducción, me invade una sensación de calor por todo el cuerpo. Todo está oscuro, y estoy sudando, tengo la respiración entrecortada del calor que estoy experimentando de repente, además siento pequeños cosquilleos en diversas zonas de mi cuerpo, algo está saltando entre ellas, al mismo tiempo siento algunos pulsos que empujan todo mi cuerpo de adelante a atrás y viceversa. Se escucha un sonido muy extraño, al principio se asemeja a un tono agudo, o una vibración, muy lejana, pero a medida que se acerca percibo pulsos, parece transformarse en un sonido de motor, pero con ciertos armónicos que le dan algo más de estridencia, la frecuencia va bajando paulatinamente y termina siendo desesperante sentir que el sonido no se acaba, los pulsos cada vez están más separados en el tiempo al ser el sonido más grave. A medida que van siendo más graves, empieza a aumentar la reverberación de cada uno de ellos, reverberación que termina quedando en el fondo y parece no extinguirse. En pocos segundos se empiezan a ver algunos destellos, no sabría determinar el color, son destellos muy fugaces, parecen moverse y duran muy poco tiempo. El sonido que escuchaba, dura unos minutos y empieza a perder fuerza lentamente, casi puedo intuir el tono y el volumen que va a sonar y me voy anticipando a él en mi mente. Aunque abruptamente el sonido desaparece. Solo hay vacío.
Comienzo a ver luces tenues al fondo, algunas se acercan a mi a gran velocidad y, aunque sé que todo esto es una simulación, me agacho por la impresión que me causan. Siento que me tambaleo, voy a perder el equilibrio de un momento a otro, pero no puedo, no quiero dejar de mirar. Siento cómo algunas luces logran pasar por encima de mí, con tonos blancos y rojizos, todo se mueve muy rápido. Escucho ráfagas sonoras muy fuertes y comienzo a ver agrupaciones de luces, de diferentes gamas cromáticas. Puedo notar que algunas de esas luces tienen pulso, otras tienen cierto movimiento y observo otras que van cambiando paulatinamente de color. A veces siento un resplandor que recorre mi cuerpo entero, algo me atraviesa en un segundo, lleno de luz y de energía. Es una sensación casi de dolor, pero al mismo tiempo me causa un placer especial. Es un espectáculo nunca visto, algo que creo que debo compartir con el mundo. Me siento como en medio de una nebulosa, puedo ver galaxias cerca de mí, estrellas viajando y un Universo recién nacido en expansión. Todo va muy rápido. Contemplo cómo algunas luces se apagan y otras se vuelven cada vez más brillantes que se comen a las de alrededor. Comienzo a ver cuerpos sólidos, en tonos muy rojos, están muy calientes, y poco a poco van adquiriendo un tono más oscuro. Esos cuerpos sólidos chocan bruscamente con otros, o con otras estrellas, momentáneamente desapareciendo o formando cuerpos más grandes. Veo fuego, destrucción, caos y, al mismo tiempo algo precioso, la creación de nuestro universo. Algo que muchos solo han podido imaginar. Empiezo a ver la formación de planetas y asteroides que chocan contra ellos. Finalmente, me quedo observando uno de esos planetas, con una gran masa de tierra y agua alrededor. La masa de tierra, empieza siendo marrón y grisácea, poco a poco se va recubriendo de una niebla blanca sobre él que no deja ver bien lo que sucede, y lo que antes era marrón, parece adquirir un tono cada vez más verdoso. La luz emitida por ese planeta parece parpadear, y de fondo empiezan a verse otras estructuras a lo lejos de diferentes colores. Van surgiendo nuevas estrellas en el fondo y colisiones de asteroides que no logran alcanzar a este planeta. De fondo puedo ver una estrella, puedo apreciar su radiación, que algo se mueve dentro de ella. No es de las más grandes, pero tiene algo especial. Creo que he encontrado el origen de la Tierra.
¿Continuar leyendo?
Para seguir la historia, mira el siguiente capítulo: Reflexiones desde el calabozo. Espero que te guste.
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Foto principal: Jeremy Thomas