Miedos irracionales y universos paralelos (segunda parte)
El peligro, de hecho, era real para todos los demás, se supone que yo estoy viendo una película. El ruido es inaguantable, incluso siento cómo mi cuerpo nota las vibraciones de dicho sonido. No puedo tener más los ojos abiertos. No puedo evitar gritar, aunque no siento que realmente esté gritando, es una sensación insoportable. En un segundo, nada. Literalmente nada, todo se quedó oscuro, aunque en mis ojos todavía podía percibir un remanente luminoso, como la imagen residual que crea nuestro cerebro cuando miras por un momento al sol y cierras los ojos, pero cientos de veces más intensa. Dejé de escuchar aquel sonido, sólo tengo un ligero pitido en los oídos y dejé de sentir vibración en mi cuerpo. Pero no había vegetación, no había tierra, ni rocas, ni agua, ni puntos luminosos en el cielo, ni personas.
Este fragmento pertenece a una de esas historias que entran en mi cabeza un momento y necesitan ser plasmadas para salir de ella. Estoy repartiéndola en varios posts de este blog porque me ha salido demasiado larga. Los capítulos no están por orden cronológico. Por ahora puedes leer:
Todavía tengo la respiración acelerada. Me despojo del casco, e intento contemplar la luz del mundo real, aunque me cuesta. No soy todavía consciente de qué ha pasado realmente. No termino de reponerme cuando Walter empieza a llamar de nuevo, y respondo por el comunicador:
– Buenos días Walter –
– No tan buenos para mí. ¿Has recibido mis mensajes? – Respondía algo enfadado, aunque con su acento medio alemán, muchas veces no podía tomarlo en serio.
– Sí, vi la incidencia y comprobé que ya está todo bien – Dije intentando disimular mi nerviosismo, titubeando un poco.
– No se volverá a repetir, tengo clientes muy cabreados. Confío en ti y te dedicas a saltarte mis sistemas de protección. ¡Es intolerable! – Dijo con voz firme pero tranquilo.
– Lo siento, mis sistemas están comprometidos, los desconectaré ahora mismo – Me asustaba cuando estaba tan tranquilo, era una persona que sabía imponer.
– No hace falta, estás desconectado de la red – Y colgó.
Fui rápidamente a comprobar el número de equipos que actualmente estaban simulando. Efectivamente había sido desconectado de la red. Por alguna razón, en ese momento no confié en Walter para decirle que estaba detrás de algo grande. Había sido una simulación exitosa de un universo. Un universo inteligente que, a partir de la configuración de dos seres vivos fue capaz de crear y evolucionar vida, y de manejar varias inteligencias simultáneamente, de recrear reacciones mecánicas y de fluidos sin haber introducido las ecuaciones que las modelan. De generar respuestas humanas, conversaciones, e incluso emociones. Una máquina no puede reproducir estos comportamientos e instintos.
No puedo evitar pensar en el principio antrópico de Brandon Carter, del que han discutido muchos físicos como Penrose, Hawking, Tipler o Barrow. Dicho principio dice que el universo es tal y como es porque existen observadores que nos preguntamos por qué es así. Pero tras 13800 millones de años en nuestro universo, hay innumerables cosas que habrían podido salir mal e impedido nuestra existencia y evolución, y no ha sido así. A pesar de las estrellas que han colapsado, cuerpos celestes colisionando, agujeros negros y meteoritos, se pudo originar un planeta que conocemos como Tierra hace 4500 millones de años. Planeta que goza de atmósfera y mantiene una posición privilegiada dentro del sistema solar que propicia la vida tal y como la conocemos. Y, a pesar de haber habido varias extinciones masivas de la vida en la Tierra, tras un proceso de evolución largo y lleno de grandiosas casualidades, hemos surgido los seres humanos. La física, tal y como la conocemos hoy en día está llena de constantes, sin las cuales, el mundo matemático no se correspondería con el mundo real, como pueden ser la velocidad de la luz en el vacío, la carga y masa del electrón, el número de Avogadro o la constante de gravitación universal. Pero, además, una pequeña variación en estas constantes produciría un mundo diferente al que conocemos o incluso generaría un universo imposible e inestable. Incluso puede que estas constantes tengan estos valores en este tiempo y este lugar del universo y, por eso nosotros estamos aquí. Esto me lleva a pensar que tal vez alguno de estos valores no era lo suficientemente estable y por eso desapareció la simulación. Desconozco si la humanidad estaría aquí con una combinación diferente de valores en dichas constantes que, al final, no son más que simplificaciones del funcionamiento del mundo tal y como lo conocemos. Pero, ¿existió un Dios que definió las constantes en un ordenador para dar lugar a todo lo que conocemos? ¿Existen infinitos universos, cada uno con unos valores diferentes y da la casualidad de que estamos en el correcto? ¿Podría una alteración de unas condiciones iniciales en el universo influir en el pensamiento o el libre albedrío? ¿Existen otros universos paralelos? Son preguntas que rayan lo filosófico a la vez que abren nuevas líneas de investigación. Con ayuda de este sistema informático, podremos generar múltiples universos con diferentes condiciones, y diferentes caminos a seguir.
Tal vez, si genero un universo tal y como el actual, el ser humano pueda hacer algunos de los mayores descubrimientos de la humanidad, como entender el principio del Universo, investigar especies extintas, realizar avances importantes en medicina y, por supuesto, en física. Al menos podríamos proporcionar a los investigadores diferentes aproximaciones muy buenas de cómo funciona el mundo. También podríamos conocer la historia con una precisión nunca antes observada.
Esto me hace plantearme acerca de la potencia necesaria para procesar computacionalmente el universo. Llegará un momento en el que los seres del universo simulado creen ordenadores, y utilicen la informática para realizar aplicaciones complejas, aplicaciones que en realidad serán procesadas por la red de simulación aunque, para los habitantes de la realidad virtual, son sus ordenadores los que están haciendo el trabajo.
Una de las posibilidades sería el estudio de la historia de la humanidad. Podríamos recrear una simulación de todo lo acontecido hasta la actualidad. El problema, en este caso, será que solo podremos comprobar que un suceso ha ocurrido de una determinada forma cuando lo podamos cotejar con la realidad. Por otro lado, puede haber cientos de sucesos que ocurran de la misma manera, pero aún así no podremos determinar que el suceso fue como dice la simulación porque no podremos cotejar todas y cada una de las cosas que pasen en el tiempo; solo podremos dar una probabilidad de que el suceso ha sido así, y dicha probabilidad irá aumentando con el tiempo que vaya pasando. Como basta que un hecho difiera para saber que el universo generado no es como el actual, basta que solo haya un pequeño cambio, para que veinte años más adelante el mundo sea totalmente distinto; por lo tanto, cuantos más hechos tengan lugar en la simulación y coincidan a lo largo del tiempo, podría aumentar mucho la probabilidad de certeza. Sin embargo, nunca estaremos seguros al cien por cien de algo producido en la simulación, ya que puede que un evento futuro, que aún no ha acaecido en la realidad, sea diferente a la simulación y las líneas temporales pueden ser muy parecidas, pero no iguales. Algo sucedido hace doscientos años puede tener repercusión solo en el tiempo actual, haciendo que las dos líneas temporales, en la que sucede y en la que no, sean casi idénticas, y cuya comprobación está sujeta al segundo evento doscientos años después.
En un instante, todos mis pensamientos se detuvieron, me quedé quieto, totalmente inmóvil y sólo pude retener la imagen de la cara de Amaranta de la foto de mi mesita de noche. ¿Existirá un universo en el que ella siga viva?
¿Continuar leyendo?
Para seguir la historia, mira el siguiente capítulo: Automóviles eléctricos y un empresario de mal genio. Espero que te guste.
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Imagen principal: Tyler van der Hoeven